COMO, como CONDUCTA, COMO con ANSIEDAD.



Lic< Maya Tobares

¿Te preguntaste alguna vez  cómo te hablas? ¿Cuánto eres de exigente con vos mismo@? ¿Qué tiempo dedicas exclusivamente para vos? ¿Cómo te demostras afecto? Estas son algunas preguntas claves para comprender cómo es nuestra relación con nosotros mismos.

Si la mayoría de las veces que me escucho, oigo una voz crítica con creencias negativas sobre mí mismo. Si siento que nunca soy suficiente. Si no me dedico tiempo de calidad. Si estoy desconectado de las señales de mi cuerpo… No es de extrañar que la ansiedad se nos siente a la mesa.

Cuando aparece, la comida tiene la función de distraernos, despejarnos de nuestra alborotada mente que siempre espera más y nunca está satisfecha de cómo somos.

Los problemas de ansiedad son unos de los principales motivos de consulta en consultorio. Los efectos de experimentar ansiedad pueden interferir en todos los ámbitos de nuestra vida, incluyendo nuestros hábitos y conductas alimenticias.

Hablemos de Alimentar Emociones.

Cuando nuestras costumbres y conductas relacionadas con la alimentación están condicionadas por nuestro estado de ánimo, en este caso un estado de ánimo ansioso, podemos hablar de alimentación emocional. No obstante, estas rutinas también puede verse afectadas por otros humores, como la tristeza, la rabia, etc.

En estos casos, la personas no comemos porque tengamos hambre o sintamos una necesidad física, sino que lo hacemos para saciar las necesidades emocionales. Comer es un conducta que libera numerosos neurotransmisores, como la dopamina (encargada en gran parte de hacernos sentir bien). Por lo que, aunque después puedan aparecer sentimientos de culpabilidad, la recompensa y la sensación de bienestar inmediata ayudan a disminuir la emoción de angustia que provoca la ansiedad.

Aunque darse un capricho de vez en cuando es algo normal e incluso recomendable, determinar nuestra alimentación en base a cómo nos sentimos, o bien intentar afrontar los problemas con comida puede hacernos caer en un círculo vicioso muy nocivo tanto para nuestra salud física como mental.

El principal problema de comer por ansiedad, es que esta sensación de hambre no se puede aplacar con comida, sino que, tal y como planteamos  anteriormente, es posible que acabemos sintiéndonos incluso peor que antes.

Algunas Causas

Comer de manera compulsiva es un síntoma muy propio de los estados de ansiedad. Cuando buscamos en la comida un alivio temporal de las emociones negativas debemos comprender que el problema no reside en el acto de comer o en la misma comida, sino en la propia ansiedad. Por lo tanto si somos capaces de controlarla, nos será mucho más fácil aplacar la necesidad imperiosa por comer que esta provoca.

No obstante, existen una serie de razones que facilitan y aumentan la necesidad de comer al sentirnos ansiosos.

1.  Incapacidad para gestionar las emociones

Tradicionalmente se nos ha enseñado que las emociones negativas no tienen ninguna utilidad más allá que la de hacernos sufrir; por lo que es mejor esconderlas, reprimirlas o contenerlas. Como consecuencia, un gran número de personas son incapaces de gestionar sus emociones de manera adecuada y satisfactoria. De ahí que comer por ansiedad sea un problema muy recurrente dentro de la población.

2. Exceso de autocontrol

El hecho de pasar todo el día intentado reprimir o controlar las ganas de comer puede acabar ocasionando un efecto rebote en el que la persona acabemos comiendo grandes cantidades de comida en un espacio de tiempo muy reducido.

3. Comida como exclusiva fuente de placer

Degustar una buena comida es un placer nada despreciable. Sin embargo, cuando solamente encontramos el bienestar a través de ella, convirtiéndola en la “responsable” de nuestra satisfacción, nos encontramos ante una dificultad.

Como se planteó anteriormente, aliviar nuestra ansiedad o nuestra angustia con comida solamente, conseguirá hacernos entrar en una espiral de malestar.

¿Cómo diferenciar comer por Ansiedad,  del hambre “normal”?

La necesidad de comer causada por  ansiedad o hambre emocional, tiende a aparecer de manera repentina y con una intensidad tan elevada que en la mayoría de ocasiones es muy difícil resistirse a ella y diferenciarla de un ataque de hambre físico habitual.

No obstante, existen algunas señales que nos pueden ayudar a identificar si este hambre es real o provocado por nuestro estado de ánimo:

  • Aparece de manera imprevista y repentina
  • No se origina en el estómago, sino que nuestra mente genera una serie de imágenes mentales y representaciones de la comida, su sabor, su textura, etc.
  • Comemos de manera automática, sin ser conscientes del tiempo ni de las cantidades.
  • Suelen apetecer un tipo de alimentos o comidas en concreto, casi siempre comidas grasas o comida basura.
  • No nos sentimos saciados.
  • Después de comer aparecen sentimientos de culpa, arrepentimiento o vergüenza.

Qué podemos hacer para detener estas conductas:

Evitar inicialmente conductas compulsivas, sin tomarnos un minuto para confrontarlas. Es normal que cuando tenemos hambre todo se nos antoje y podamos llegar a sentir que podemos comer muchas cosas para saciarnos, por lo que es importante que cuando nos propongamos comprar comida lo hagamos expresandonos un diálogo interno más conciliador y amoroso,  que resolutivo inmediato y cargado de demandas. Para ello, realizar una  lista de compras y llevar nuestro foco de atención en ella, es decir  no compres nada más que no aparezca en esta lista.

Lista de actividades.
Has previamente una lista de actividades que puedes llevar a cabo cuando te sientas ansioso(a) y cada vez que tengas ganas de alimentar tu ansiedad, trata de compensar ese pensamiento con la realización de cada una de estas actividades.

Ejercicios de respiración. 
Para lograr reducir tus niveles de ansiedad, puedes apoyarte en la realización de algunos ejercicios de respiración que te serán útiles para gestionar tus emociones y controlarte a la hora de querer actuar por impulso y darte un atracón de comida. (Ejm: técnica de los 5 minutos de respiración Mindfulness).

Meditación. 
La meditación también es una excelente herramienta que hará que tu mente se encuentre más tranquila y relajada, por lo que te ayudará sin duda a regular tus emociones y a reducir tu deseo por aliviar tu ansiedad con la comida o con cualquier otro hábito dañino. De hecho te ayudará a reducir también tus niveles de ansiedad de manera general, por lo que irás experimentando cada vez menos deseos de comer innecesariamente; si estás atravesando un proceso de Terapia, puedes apoyarte en tu terapeuta para que te guíe con las mejores herramientas.

Si sientes que no puedes llevarlo adelante tu sol@, no dudes en pedir ayuda, desde el modelo de psicoterapia cognitiva conductual, contamos con herramientas necesarias para poder acompañarte.

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