Desde la prevención al tratamiento: el trabajar en habilidades sociales para niños y adolescentes
Psicóloga Laura Ovalle
En el año 1920 el
psicólogo Edward Thorndike desarrolla el concepto de Inteligencia Social para
describir la capacidad de las personas para comprender y relacionarse con los
demás. Años más tarde autores como Andrew Salter, Joseph Wolpe y Arnold Lazarus
desarrollan el concepto de asertividad.
Comienzan así a
desplegarse grandes aportes teóricos que utilizan términos diversos para hacer
mención a un mismo concepto que hoy denominamos habilidades sociales.
En síntesis, las Habilidades Sociales (HH SS) pueden ser entendidas como conductas o destrezas sociales necesarias
para realizar competentemente una tarea de índole interpersonal.
Es decir que; si un
niño quiere solicitar jugar con sus compañeros, realizar un pedido, hacer una
tarea en grupo o participar de una conversación con pares, es necesario que
primero pueda contar con estas conductas
y luego pueda ponerlas en juego, logrando con ello tener una buena experiencia.
Dichas conductas son
un conjunto de comportamientos adquiridos y aprendidos con el tiempo. Los niños y/o
adolescentes suelen aprenderlas de manera rápida y fácil en la convivencia con
otros.
Rodríguez G, Rubio L.
y Jarana E (1995) señalan que las habilidades sociales inciden en la autoestima, en la
autorregulación del comportamiento y en el rendimiento académico, etc., tanto
en la infancia como en la vida adulta.
En niños y/o
adolescentes, la temática de las habilidades sociales es relevante, no sólo por
su dimensión relacional, sino por su influencia a otras áreas vitales tales
como la escolar y la familiar, entre otras. (Betina Lacunza, Ana., Contini de
González, Norma (2011).
El aprendizaje estructurado
de las HH SS puede resultar un factor de prevención para las dificultades que
se presentan en el desarrollo socio-afectivo (timidez y problemas de conducta).
Está comprobado que
aquellos niños y/o adolescentes que muestran dificultades en relacionarse o en
la aceptación por sus compañeros del aula, tienden a presentar problemas a
largo plazo vinculados con la deserción escolar, los comportamientos violentos
y las perturbaciones psicopatológicas en la vida adulta (Ison, 1997; Arias
Martínez y Fuertes Zurita, 1999; Michelson, Sugai, Wood y Kazdin, 1987; Monjas
Casares, González Moreno y col., 1998).
Por otra parte,
adquirir este tipo de conductas resulta un gran desafío cotidiano para niños
y/o adolescentes que presentan trastorno del espectro autista (TEA/CEA), trastorno
específico del lenguaje (TEL), trastorno de déficit de atención con
hiperactividad (TDHD), entre otros.
El fortalecimiento de
estas habilidades le permitirá al niño y/o adolescente; interactuar
adecuadamente con los demás, tomar decisiones autónomamente, poder tener en
cuenta distintos puntos de vista, resolver conflictos entre pares y con
adultos, detectar las emociones propias y la de los otros.
En resumen, el
trabajo en habilidades sociales le permitirá responder de una manera
adecuada a los distintos contextos
sociales naturales en los que se encuentra día a día como la escuela, el club,
etc.
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