¿Por qué como como como?
La conducta
ingestiva es un proceso fisiológico-psicológico-social-moral, que guía la
búsqueda, adquisición e ingestión de alimentos. Como sabemos, esta conducta es
una de las que más relación guarda con la supervivencia y su objetivo principal
es nutricional y homeostático. Esto refiere a que se complace una necesidad de
satisfacción de hambre, desencadenada por falta de energía, que se sostiene por
factores psiconeuroendócrinos y que llega a su finalización una vez obtenida la
saciedad.
Sin embargo, la
conducta ingestiva no siempre cumple con estas fases de manera tan organizada,
y es que su control, está dado por un
proceso cultural, que se encuentra determinado por la disponibilidad continua
de alimentos, y condicionado por hábitos sociales, respondiendo así, a otros
objetivos además del fisiológico. Comer ayuda en la sociabilización, mediante
reuniones donde la comida convoca a compartir una mesa, una conversación, una
celebración. También se puede percibir como el acto de comer va generando su
relación con ciertas tradiciones familiares (ej.: comer asado todos los
domingos), momentos de recreación (ej: ir al cine y comer pochoclos), y
hasta con condiciones meteorológicas (ej.:
comer tortas fritas en días de lluvia).
En ocasiones, solo se come determinado
alimento para satisfacer un antojo, obtener placer, porque es “la hora de la
merienda”, porque surge el insomnio, porque se esperan visitas, o porque
aparece la soledad, porque se siente un alivio al comer luego de un día intenso
de trabajo, porque el estrés se disminuye por un momento, porque la ansiedad se
reduce mientras se come, porque disfrutar un helado contrarresta el estado de
tristeza…y aquí es donde se debería poner especial atención sobre la conducta
alimentaria, y considerar ayuda profesional.
El cerebro, luego
de saborear los alimentos, secreta varias sustancias provocadoras de placer,
generando una sensación de recompensa. Por esto es que el cerebro intentará
motivar a la incorporación de un alimento en particular. Las complicaciones,
pueden presentarse cuando esta motivación a comer determinados alimentos se
relaciona impetuosamente con ciertas emociones como tristeza, enojo, ansiedad,
construyendo así, hábitos alimentarios
que pueden perjudicar la salud (Sobrepeso, obesidad, diabetes, enfermedades
gástricas, trastornos de ansiedad, depresión, etc.)
Por todo esto es
que es de suma importancia poder introducir una distinción entre el “Hambre
física” y el hambre que se basa en
estados emocionales, “Hambre emocional”.
“Hambre física”
· Se
puede percibir en el estómago a causa de una necesidad física.
· Aparece
poco a poco cada 3 o 4 horas.
· Es
saciada luego de la ingesta.
· Por
lo general se disfruta de la comida y se genera una sensación de tranquilidad y
satisfacción después de comer.
“Hambre
emocional”
· Surge
de manera repentina e impaciente.
· Se
dirige a un tipo específico de comidas.
· Se
relaciona con elecciones automáticas y distracción al comer.
· A
pesar de obtener saciedad se continúa
comiendo.
· Podría
presentarse un sentimiento de culpabilidad posteriormente a comer.
Discriminar los
diferentes tipos de conducta ingestiva, contribuye al registro de
circunstancias en las que se podría estar presentando el hambre/comer emocional. En la Terapia
Cognitivo Conductual (TCC) se utilizan registros donde se detectan los
disparadores de esta conducta < lugares, situaciones, contextos sociales, momentos del día>,
emociones y pensamientos percibidos previamente, mientras y posteriormente a la
ingesta con el objetivo de apreciar un posible mecanismo circular que se
estaría retroalimentando y reforzando por su repetición a lo largo del tiempo. Así, se podría consolidar un tipo de afrontamiento inadecuado para resolver problemas, usando la comida como una vía rápida de distracción y/o alivio del malestar.
La importancia de
la toma de conciencia en la propia conducta ingestiva, ayuda a equilibrar el
estado emocional y flexibilizar pensamientos, ideas, supuestos y reglas
relacionadas, que pueden estar dificultando la obtención de logros ya sea en un
plan de descenso de peso, o uno de acercamiento a una mejor conducta alimentaria.
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