¿Por qué como como como?





Lic. Noelia Morales

La conducta ingestiva es un proceso fisiológico-psicológico-social-moral, que guía la búsqueda, adquisición e ingestión de alimentos. Como sabemos, esta conducta es una de las que más relación guarda con la supervivencia y su objetivo principal es nutricional y homeostático. Esto refiere a que se complace una necesidad de satisfacción de hambre, desencadenada por falta de energía, que se sostiene por factores psiconeuroendócrinos y que llega a su finalización una vez obtenida la saciedad.

Sin embargo, la conducta ingestiva no siempre cumple con estas fases de manera tan organizada, y es que su  control, está dado por un proceso cultural, que se encuentra determinado por la disponibilidad continua de alimentos, y condicionado por hábitos sociales, respondiendo así, a otros objetivos además del fisiológico. Comer ayuda en la sociabilización, mediante reuniones donde la comida convoca a compartir una mesa, una conversación, una celebración. También se puede percibir como el acto de comer va generando su relación con ciertas tradiciones familiares (ej.: comer asado todos los domingos), momentos de recreación (ej: ir al cine y comer pochoclos), y hasta  con condiciones meteorológicas (ej.: comer tortas fritas en días de lluvia). 

En ocasiones, solo se come determinado alimento para satisfacer un antojo, obtener placer, porque es “la hora de la merienda”, porque surge el insomnio, porque se esperan visitas, o porque aparece la soledad, porque se siente un alivio al comer luego de un día intenso de trabajo, porque el estrés se disminuye por un momento, porque la ansiedad se reduce mientras se come, porque disfrutar un helado contrarresta el estado de tristeza…y aquí es donde se debería poner especial atención sobre la conducta alimentaria, y considerar ayuda profesional.

El cerebro, luego de saborear los alimentos, secreta varias sustancias provocadoras de placer, generando una sensación de recompensa. Por esto es que el cerebro intentará motivar a la incorporación de un alimento en particular. Las complicaciones, pueden presentarse cuando esta motivación a comer determinados alimentos se relaciona impetuosamente con ciertas emociones como tristeza, enojo, ansiedad, construyendo  así, hábitos alimentarios que pueden perjudicar la salud (Sobrepeso, obesidad, diabetes, enfermedades gástricas, trastornos de ansiedad, depresión, etc.)

Por todo esto es que es de suma importancia poder introducir una distinción entre el “Hambre física” y el hambre que se basa en  estados emocionales, “Hambre emocional”.

“Hambre física”

·         Se puede percibir en el estómago a causa de una necesidad física.
·         Aparece poco a poco cada 3 o 4 horas.
·         Es saciada luego de la ingesta.
·       Por lo general se disfruta de la comida y se genera una sensación de tranquilidad y satisfacción después de comer.

“Hambre emocional”

·         Surge de manera repentina e impaciente.
·         Se dirige a un tipo específico de comidas.
·         Se relaciona con elecciones automáticas y distracción al comer.
·         A pesar de obtener  saciedad se continúa comiendo.
·         Podría presentarse un sentimiento de culpabilidad posteriormente a comer.

Discriminar los diferentes tipos de conducta ingestiva, contribuye al registro de circunstancias en las que se podría estar presentando el  hambre/comer emocional. En la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) se utilizan registros donde se detectan los disparadores de esta conducta < lugares, situaciones, contextos sociales, momentos del día>, emociones y pensamientos percibidos previamente, mientras y posteriormente a la ingesta con el objetivo de apreciar un posible mecanismo circular que se estaría retroalimentando y reforzando por su repetición a lo largo del tiempo.  Así, se podría consolidar un tipo de afrontamiento inadecuado para resolver problemas, usando la comida como una vía rápida de distracción y/o alivio del malestar.



   
La importancia de la toma de conciencia en la propia conducta ingestiva, ayuda a equilibrar el estado emocional y flexibilizar pensamientos, ideas, supuestos y reglas relacionadas, que pueden estar dificultando la obtención de logros ya sea en un plan  de descenso de peso, o uno de  acercamiento a una mejor conducta alimentaria.

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